Se fue Hilda Celeste, la pastora de los “presos”.

Hilda Celeste Galván Susaña



Hace dos años, mil privados de libertad de La Victoria le entregaron una placa por haber mantenido tanto tiempo en ese penal, el Ministerio Pan de Vida

    Esta semana partió a la luz de los cielos la pastora pentecostal Hilda Celeste Galván Susaña, quien evangelizó más de mil privados de libertad en las cárceles del país a lo largo de dos décadas, en especial en la Penitenciaria Nacional de la Victoria, además de llevar la palabra del Señor a comunidades en Estados Unidos, Venezuela, Cuba, Colombia y Corea del Sur

La pastora Galván Susaña nació en 945 en San Juan de la Maguana y parte de una familia muy destacada por la vía de la ciencia, la docencia, lo cristiano y lo académico. Sucumbió ante el avance de una afección cancerosa.

El 22 de febrero pasado, decenas de internos de la Penitenciaria Nacional de La Victoria, incluyendo privados de libertad por robo, asesinatos y otras ofensas graves y menores, colaboraron para entregar una placa por haber fundado en ese recinto el Ministerio Pan de Vida, con este logró hizo que más de mil privados de libertad se convirtieran.

Hilda Celeste era hija de Amado Galván e Idalia Susaña. Se unió en matrimonio con Cándido Abreu Alcántara, y con quien procreó a sus hijos Cándida, Manuel, Josefina y Oscar. Estableció la primera farmacia en el municipio de Sabana Yegua, que la asumió como un ministerio. Era ella sola y tenía que atender las urgencias de la comunidad de día y de noche. 

Hace muchos años fue invitada al Hotel Lina a participar una conferencia del evangelista boricua Rafael Ortega, que la impacta de tal forma que se convierte a Cristo. Ese evento hizo que se convirtiera al cristianismo y se hizo seguidora del Pentecostes.

Su relación con los privados de la libertad se produjo cuando comenzó a apoyar a su hermano William Galván, quien asistía a La Victoria para recabar datos para su tesis de psicólogo. Hilda comenzó enviando con su pariente analgésicos y medicinas a los presos políticos, regularmente sometidos a golpizas y torturas. Ese contacto le hizo interesarse en la

Era una mujer imbuida en la fe en el Señor, al punto que creía más en la providencia que en la ciencia.  Sus tres hijas son pastoras de la Iglesia Pentecostal.

Una frase que siempre usaba, retrata de cuerpo entero la fortaleza de su fe: “Dichosos quienes han escogido poner su vía a servicio de los demás dándose por completo para hacer más bella esta tierra. Son los que están cambiando este mundo.” 


Fuente: José Rafael Sosa

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